Tengo diez mandamientos.
Los primeros nueve dicen:
¡No debes aburrir!...
Billy Wilder
Desde mi crítica intelectual, para mi mente, yo veo descubierta esa película de Delicias Turcas, como un resultado de mala creación amorosa. Hay allí muy poco gusto progresista para la audiencia del cine actual. De hecho no me atrajo para nada su boceto final del cansancio. Luego de mirar yo la historia desde varias indagaciones interpretativas, ahora no elucido, ninguna razón de ser para la historia de un desamor inconcluso. Hay asimismo una cantidad de abismos sentimentales adentro de la película cansona. Parece haber un drama de amor. Pero ello resulta es ser un video erótico. Los agujeros de la improvisación son equívocamente tratados al fondo de un escenario mentiroso. No hay nada bien predispuesto por parte de los actores algo principiantes. Atrás de toda la pintura de movimiento no hay ninguna creación al arte del amor. Sólo por entre unos momentos se prende el fuego del simbolismo con la rosa mujeril. Ello es bonito y rescata unos minutos de tedio. Pero luego es visto allí un total montaje de lo absurdo. Hay un teatro sobradamente predecible. No parece verse la novela visual bien configurada debajo de las risas burlonas. No pasa casi algún hecho interesante adentro de los personajes estrambóticos del sexo desaforado. Sólo hay sexo de lujuria en sitio de grabación. La novela desinflada no hace sino quebrarse bajo una lentitud repetitiva de sensualidad falsa. Las charlas de los personajes son normales y son algo cotidianas como casi todas las charlas de un día normal. No hay terror, no hay suspenso, no hay un conflicto social, bien propuesto con el sufrimiento. El humor además se huele a un agridulce todo hastiado. No hay ningún crimen adictivo como si pasa en la obra visual de psicosis.
Mis ideas pueden herir al que haya gustado de una aparente obra maestra, igual, yo no quiero ponerme con mentiras de oscuridad. Hoy quiero decir la verdad a los amigos que me oyen silenciosamente. Hoy yo quiero abrir la mente a la gente solitaria del mundo. Para mi vida yo pienso dar luces sobre un cine de reflexión realista. Tampoco pienso darle mentas baratas al público. No espero lanzar además ninguna señal de consumismo escalofriante a la gente desconocedora del arte. Para mí el juego de irrealidad de dicho video antiguo resulta como una cinta de mala calidad. Ello es un ideal pobremente realizado atrás del final del sin juego cotidiano. La profundidad del cine ficción se pierde desde su principio hasta su final sin sorpresa. El grito del golpe fatal no existe en delicias turcas y luego no hay nada sorpresivo finalmente.
Nomás bien, como si fuera poca la cosa del no teatro, allí, no hay ningún navajazo de horror criminal. No hay ninguna cuchillada dramática que mueva al espectador de su silla de relajación. En la cinta agria todos terminan de ver las parodias y nadie ni bosteza. Las actuaciones andan todas llenas de cansancio existencial. Hay algunos momentos disueltos de monotonía con las malas conversaciones de los enamorados. Desde lo absoluto no hay un buen cine de ficción. Para mí las puestas de actuación son algo insatisfechas. De pronto por ahí se salva uno que otro paraje del arte simbólico. Eso pasa cuando hay unas esculturas que son colocadas adentro del teatro. Pero cuando es hora de ver una acción, allí, sólo se aparecen los dos enamorados de peluche. La pareja como que se siente ahogada entre una sobreactuación exagerada. La misma cámara no los deja engañados ni a ellos. De golpe la imaginación los rebota con unos planos pesimamente dibujados. Además son los propios diálogos una cosa toda decadente con sabor a indecencia. Además hay unas veces cuando la pareja de enamorados no hace sino gritar un poco de conversaciones pornográficas. Son también brutales las groserías escuchadas desde la pantalla gigante.
Se hace así sucia entonces la imagen del dolor no natural. Son luego algo decaídos los vaivenes de una vida pobremente alegórica. Se hace insípida la música del baile. Es agria la ignorancia de un ser no universal. Sólo un hombre todo hastiado del mundo mundano. Es mejor verse así nomás alguna película de Cantinflas. De hecho yo prefiero reírme con las risas del don bigotes mexicano que en vez de aguantarme a toda una maraña de embusteros. Hay unas falsedades nada artísticas. Los desnudos no se aman con la lindura fémina. Desde luego, para mí, allí no hay un real sentimiento del amor encantado. Hay una ausencia de poesía movible. Los cuadros profundos no ayudan con el desarrollo histórico del trabajo audiovisual. Y la narrativa visual se hace habitual y pesarosa.
En realidad el director, Paul Verhoeven, quiso hacer una ópera de maestría con el cine erótico. El niñito esperó buscar su pasado con un arte de sensualidad humana. Pero él por inesperada desgracia no consigue hacer magia con su alejado sueño de lo no ficcional. No importa si ganó premios en su tiempo de director fantoche. Eso se me da la misma gana de la risa. Pues para mí la obra del no arte sensible se me hace pésima. Quizá para los tiempos del ayer fue cuando fue mejor visto este largometraje de lo chistonto. De pronto se miró la película sin anteojos, igual, durante los tiempos del hoy, no hay ya nada de seducción en lo más mínimo del amor abierto. Eso se tropieza debido a la falta de complejidad artística en los actores sin muelas. Además sólo hay una montonera de imágines todas alteradas.
En cualquier caso yo me siento raro mirando a una mujer pelando los cucos a toda hora en las calles morbosas de su ciudad; saber de una mujer quien muestra sus senos a todo el mundo en las afueras urbanas, ello es algo enfermizo. Por Dios santo, tal actitud, tal arrojo sugestivo, sólo puede ser ocurrencia de una mujer ligeramente trastornada de la mente. Una mujer que desnuda el rabo a toda hora en la calle es lógicamente, tener un deseo reprimido.
Ella así, la mujer se sale del paradigma equilibrado, ella, la bonita, se sale de su sociedad circundante de armonía. Hay después allí unos conflictos con la vida opresiva. Sus ayeres son más bien delirantes. Ya si volvemos al pasado de unas novelas visuales; vemos lentamente con una mirada de alacrán, otras mejores obras de cine; hay un mayor culto al cine de historias fantasmagóricas.
Desde un inicio fantasmal, podemos empezar a estudiar; blow up, nosferatu, full metal jacket, ceguera, soñadores y el resplandor. Todas estas invenciones de lo estético, para mí, si son obras del séptimo arte. Aquí si hay un cine de ficción; aquí si hay una sensación de lo fantástico. Por lo lógico, la creación del cine, no es hacer puras puestas en escena con falta de vitalidad actoral, como mal pasa en delicias agrias. Hay en todo instante con soñadores un buen dibujo de estremecimiento, fundado sobre las visiones sensitivas. Por otra parte, las secuencias de delicias turcas, sólo dejan una leve insipidez a la audiencia. Sólo se resalta un erotismo lleno de desgana sentimental. La vida teatral se pierde por allí en el vacío de lo vano. El cansancio se navega sin un pensamiento de reflexión real del mundo. Se presiente un mundo derruido y sin su rumbo esencial. El mundo se mira ahogado y sin las luces del amor fiel. No parece haber una civilización de sentido equilibrado. Después del mayo del setenta y ocho, todo sigue para los abismos. Sólo se muestra una sociedad errabunda. El estío social se llena de aparente liberación sexual en donde realmente no hay nada resulto realmente. El beneficio de las almas enceguecidas se corroe por una ignorancia fatal. El atraso mundial se estanca sobre un injusto concepto de desorden social. Se ve muy perdido el intimismo de la mujer con la protagonista pelirroja. Todo por allí adentro se mira estático sobre una idea de civilización aparentemente estabilizada. De rescatar sólo un lindo cuadro de hermosura turca. De salvar el recuerdo cuando se sucede la pareja amándose bajo la lluvia atardecida. Ellos se sientan sobre un andén y ellos se dejan mojar con la llovizna lenta de Ámsterdam. Una charca de melancolía cayendo sobre las calles de una ciudad burlada de moral. Una calle hastiada del sexo todo promiscuo. Esa es entonces una linda metáfora de la cinta cuando los enamorados se aman bajo un cielo abierto. Del golpe de la ficción se saca una recuperación del romance poético. Entiendo así mi ideal porque el artista bohemio no hace antes, nada por recuperar su sensibilidad perdida, sobre la idea del sublime amor. Pero luego el hombre al final del final termina abajo de un mar de sinsabores decantados. La sexualidad suya se le hace una mala ópera de rutina abrupta. La vida suya es un canto del pesar suyo. Su noche es una voz mal cantada contra la propia realidad malamente olvidada. En Erik no gira casi un baile digno de belleza. Sólo se crece su arte luego del desconcierto existencial suyo. Y desde lo escaso de la rutina, apenas se reluce el arte de sus esculturas retraídas.
Ya para finalizar el relato crítico, para mí, sí se me resintió algo aburrida, la película erótica, veo resentido un desaliento fugaz. Y así luego de algún rato silencioso, me tocó salirme de la sala del cine extrañado. Había pedazos donde la actuación se ahogaba por sí sola. No me soportaba más la parodia de los actores hastiados. Por lo pronto pues así yo tuve que hacer otra mejor vida. De pronto yo tuve que irme de mí, luego así, pude rebuscar mi tranquilidad interior, abajo de otro lugar más natural, quizá verme adentro de un jardín secreto, quizá un paraje más lindo y quizá un jardín más florido, entre otras maravillas de creaciones artísticas.
Rusvelt...
martes, 30 de marzo de 2010
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