Nada debe ser más duro y más doloroso que ser asesinado por la mujer que se ama sinceramente. Ello se resuelve tan simplemente como ser traicionado por la judas femenina. Así que por tal motivo, la vida del libertinaje siempre ha venido rebajada al vaivén de una culminación de sórdido crimen; ya sea tanto psicológico como inevitable en lo realmente materializado del hombre ambicioso y enredado mentalmente. De igual manera si se escoge el rumbo de la mencionada vida equivocada, se resuelve pronto una destrucción al ser semejante de sentido puramente destructivo. Por esta parte del mal, sucede tal horror, ante el conflicto de la víctima, víctima que se hace molesta, ante las resoluciones macabras y además desordenes delirantes del asesino, pues tal atravesado, impide conseguir las descaradas pesadillas del pueril matador. Luego entonces, generalmente, sucede en muchos casos, tal psicópata, luego se destruye; porque las culpas bestiales son demasiado pesadas, para llevarlas a costas de una conciencia salida de lo racional; por lo tanto, luego de las tantas malicias del hombre y de la mujer; hoy parece que hablar de un romance trágico, viene siendo una cosa similar de ser susurrada, al evocarlo en otro tiempo de la historia mundial. De hecho siempre se resuelve un gusto al desprecio que aún sigue siendo tan gigante al ayer lacrimoso de las almas ensombrecidas. Así se pasea ahora entonces una enfermedad desbordada en los caídos del cielo, ellos, pasándolo, sin alguna reflexión social, pero luego, hay en esencia de la vida de ellos; pronto una resolución de desazón que se forma en desconsuelo, tras los años de haber errado en un crimen solamente pasional.
Por otra parte, ante la miseria de las víctimas, resurge súbitamente en los cineastas, renace de súbito y se repliega sin más espera de retraimiento, una buena intención por hacer varias películas clásicas de sentido dramático, películas que procuran concentrar la bajeza del indiferente hombre y de la mujer cansada de inventar tantas barrabasadas. Pero antes que el cine vino a darse una creación de conflicto romántico a través de la literatura universal. De allí podemos ver levantadas las novelas de novelas sangrientas. Entre las más importantes obras del arte literaria se resuelven entre tanto; las narraciones de Edgar Allan Poe; la degradación social descrita en algunos relatos de Arthur Conan Doyle; bajo la máscara del ultra secreto, Holmes. De otro lado reluce, más adelante en el mundo, una escrutadora obra teatral; bodas de sangre, un teatro digno del inmortal Federico García Lorca, al tiempo que por entre otro escollo, iba siendo develada, la continuada maestría de una novelista policiaca; ella, la británica Agatha Christie. Ya más adelante se acercaría y renacería precisamente un clarificado gusto sobre las tragedias suburbanas. De aquí la generación beat que no es de mi absoluto agrado. De todos modos al ritmo de las tantas renovaciones culturales viene ya reluciendo la cinta de Perdición. Tal cinta toma su aparición a eso de los años de mil novecientos cuarenta y cuatro. Viene su tratamiento luego de irse acabando la segunda guerra mundial. Al cabo de tal masacre más horrenda en la historia del mundo parte la necesidad de elaborar; Perdición. Así que ubicados adentro de dicha parte de la realidad vemos pronto que los protagonistas retratan velozmente el resentimiento de una desgracia, no sólo de pareja sino de convulsión social al mismo tiempo. Se descuelga así pues una baratija de pugna capitalista en los abismos más deplorables de estados unidos. La locura de una sevicia salvaje por tener más poder capital, ya se convierte, entre unos y otros, bajo el desborde de una guerra sin restricciones.
Mientras tanto, hay resuelta allí, la intrusión del arte al ritmo de la cámara en mano y algunos cuadros patéticos del país más bien sintético y radioactivo. Al rato pues hay un estimulo de atracción por parte de los intelectuales del cine crítico. Así que va saliendo del cuarto ya obviamente el directo Billy Wilder. Fue un reconocido hombre de letras y buenas amistades culturales del tiempo negro. Se da así entonces una arrasadora satisfacción al director porque él va desnudando una curiosa sospecha de lenta justificación y tal vez de odio, mal culminada por la condición humana de atrás intelectual. De momento nadie entiende la idea de matar por matar, sin darse un pensamiento de peso comprensible. Eso deja algún sentido desconcertante. Ello además se recae demasiado bajo el mundo que aún hoy se sabe puramente sufriente; pero si damos una mirada invertida, sobre el hombre, pronto se ve caer un manojo de psicóticos mentales. Tal enfermedad se ve entonces demacrada por la infancia retraída y en parte se adolece por el mismo sistema encarcelador y algo excluyente del mundo. Además la infancia trae un tiempo de sobrada orfandad en los seres diferentes de la gente, que no cesa de ser oprimida y alienada por las modas pasajeras. Al mismo tiempo pues vemos que la mayoría de los psicóticos tienen algún retraimiento del ayer impuro; ante ellos, ahora, sólo hay que tener compasión y luego alentarlos a su alivio, dando pensamientos de soberana sabiduría.
Ahora bien, querer criticar una obra de este tipo cine, Perdición, resurge precisamente la necesidad de dar aparición sobre otros enfermos del mundo. Ellos son quienes sólo andan tumbados simbólicamente tras el afán de obtener sus cosas banales y hasta en muchos casos yendo detrás de las cosas más desechables. Ellos son por tanto los desquiciados materiales del mundo que sigue empobrecido realmente bajo la tristeza del alma. Así que tales ciego de la ceguera manifiestan generalmente una particularidad por querer la vida de un facilismo exagerado. Mientras tanto dicha muchedumbre a su hora y a su locura sólo se va enredando bajo las propias telarañas de pobreza intelectual, una pobreza de pensamiento, que simplemente a ellos, los deja aprisionados, adentro de una llenura de solitarios desparpajos, sobradamente amañados.
Ya por tal motivo, ellos, viven esclavizados en función de las perdiciones superfluas. Eso ellos ya parecen unos puros paparruchas sin miras de arreglo justo. Pero la miseria de toda esta pobre payasada, luego se rebota, al final de otra noche, una lenta noche de acabado hedor. Ella es la descarada noche donde viene y se aparece un infierno trágicamente ilusorio. Eso pasa quizá en Perdición. La miseria que al final viven los dos títeres, Phyllis y Neff, luego de los días del crimen, viene estallada junto con la muerte de ellos y solamente de ellos. Así que todo lo que empieza mal termina peor que un infierno de puras sabandijas retorcidas. Sobre la idea del infierno me refiero a la ilusión equivocada del mundo que la pareja deconstruyó con sus negra pasiones. Por lo cual ellos tuvieron que sufrir las consecuencias de sus propios actos más bien aberrantes. Y por eso el incendio del final que se deboca al ritmo de sus muertes casi suicidas. En lo absoluto hay algo así en pacto de sangre, hay como un crimen y un castigo, sólo por evocar al maestro del existencialismo; Fedor Dostoievski, ningún hombre mejor a la hora de hablar sobre las ríos bifurcados del ser humano, perdido entre la noche de maldad y del bien.
Entre otras cosas menos profundas; al momento de tratar sobre la creación del cine negro; vemos enseguida al ritmo de los teatros de la criminalidad; una grata mirada por erguir la reflexión de construir un sentido social, ello, pues renace ante un sociedad libertina, ante la gente desordenada del hoy, la pobre gente, que todavía no cesa de andar descaradamente; bajo los umbrales tan tenebrosos del descaro y la suciedad, ellos, arrastrados y sin escrúpulos, ellos, matando a un atravesado del sin rumbo infrarealista.
Sólo entonces allí, se desteje asimismo, bajo la idea de perdición, un cine basado en la novela de James Cain. La novela del pacto de sangre infantil, deja por tanto, una trenzada de similitud imaginativa, sabia y bien culminada y bien retratada, bien relacionada junto con el cine de perdición, una recurrente magia teatral del ayer y hoy. Sucede allí el caso tras un desborde de parámetros donde hay una mujer descaradamente traumática. Igualmente se saben bien abrazados los besos entre ella y su amante descolgado al amor por la mujer oportunista. Luego se rebasa un recorrido visual de puras imágenes entre blancos y negros. Hay por lo tanto, hay ante todo, una historia cuidadosamente construida que no para de andar al compas de las tantas nociones abrumadoras del sopor sentimental.
La pareja de protagonistas, juega y se divierte allí, mientras tanto, bajo el sopor de un propio teatro, construido en los ángeles y en la puesta interior de una casa modesta. La vida de la ficción luego deja correr los gritos profundos de una desgracia humana. Al rato pues salto el corazón delator de Poe sobre la manos de Neff. Su alma luego de matar ya no puede aguantar tanta ironía estrambótica. Desde luego él decide confesar su historia de vida tras un golpeteo trágico de disparos fantásticos a su pesadumbre retumbada. Tal acción de dignidad pues resulta ser un grito de vergüenza, ante un comienzo de sin amor puro, dado al sin fin de una novela visual y de una giro lentamente subterráneo. Hay entonces aquí un ideal de lo ciegamente extraterreno, lo susurro como un fantasma, lo canto bien, ante el golpeteo de la narración visual, una narración de ingreso a las más bajas pasiones de un ser ahogado, bajo una sola sombra de aguas negras, lo cual, lo recubre de cualquier posibilidad dar ruptura, por divisar algún pequeño agujero liberación, pues ya horrendamente se sabe tragado en su propia pesadilla del mal.
Rusvelt...
martes, 30 de marzo de 2010
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