martes, 6 de abril de 2010

LOS ESCRITORES DE LA NOCHE PERDIDA

La poesía es más profunda
y filosófica que la historia.
Aristóteles

Empezar por donde sea posible, puede ser lo justo; pensar así pues una historia para este país colombiano es volver al terrorismo constante de todos los grupos armados. Es algo así como reinventar las muchas matanzas delirantes; revividas para sus muchos habitantes del desconcierto existencial; muchas masacres resentidas para toda esta urbe de seres dados al escozor viciado; odiosos seres, quienes no cesan de girar por entre este torbellino incandescente del dolor. Todo viene y se entreteje en esta esfera de planos fantásticos; sobre las lágrimas y unas malas cicatrices, otra vez abiertas sin mucha vergüenza social, todas las caídas horrendas del hombre, entrevistas, siempre y cuando, ante los mismos ojos de los humanos descarados. La vida es vista ya sin la menor dignidad posible entre los unos y los otros semejantes del escarnio surrealista. Hay invertidamente un solo realismo sucio en cada alma culpable del corazón. Los días cada vez más desabridos en su misma desgana por seguir andando las deshoras y las noches inclementes de estas presumidas repeticiones. Nadie quiere respetar mientras tanto a nadie en su propia justicia sobre los derechos de dignidad a la paz mundial. Hay además una simple frialdad de sentimientos; ante las tragedias que suceden a diario en las callejas del sobresalto criminal; fuera de las demás ciudades del descontrol urbano y rural, donde la verdad está suciamente presenciada, ente las miradas profundas. Es aún así esta ciudad del círculo expiatorio pintado en el gran universo de los ahogados en odio y rebeldía exacerbada. Sólo hay calmadamente; una pobre risa de locura, ante las caídas de esos semejantes desahuciados; fascinación absoluta, ante las muchas tragedias ajenas, pasadas a cada nada, por esta Sur América de convulsiones restallantes. La mayoría de los jóvenes; los muchos ejecutivos, andando por esas tantas metrópolis; revestidos entonces, para su momento, otra vez, sobre algún interés, incisivo y áspero, otra vez, fundamentados hacía los paradigmas del que dirán estos amigos míos; que no dirán para esta ocasión supuesta de alegorías; si tengo una mansión con limosina en la cochera o si no la tengo realmente, pero justamente como el vecino de la vuelta, si pudo conseguirla, tras los idénticos modelos estrambóticos de siempre; si soy lógicamente poderoso en metralletas o si no lo soy realmente; si tengo facultades intelectuales o si no las tengo, cuando estoy con mis compañeros de esta embotada ignorancia social. Todos los ignorantes queriendo ser supuestamente sabios; para sus propias irrealidades, mal ordenadas para sus propios espirales inacabados, cuya senda de sin razón, nos va concertando vertiginosamente, hacia el otro lado del umbral.
La oscuridad se voltea entonces hacia la nada de un progreso escasamente esencial para los seres de este mundo usualmente mágico en sus muchas formas de belleza. La falta de pensamiento crítico, por esa falta de racionalismo, sigue siendo aún ese predominio superficial. Eso se siento, yendo y viniendo, por entre los muchos lugares del desconocimiento filosófico. El desordenamiento mundial entendido además como un rompiente entramado de malas políticas económicas y organizacionales. No hay en últimas; muchos beneficios dispuestos para la limpieza de las almas atrasadas. Estas almas saboteadas en vicio; junto al paso de los siglos, aún permanecen con sus muchas manchas; bañadas en coloraciones negras. Ellas pues están otra vez concentradas; ideadas, atrapadas en los otros tiempos del tiempo, siempre en compañía de sus atrasos nefastos, decadentes, para casa propiedad solamente. Así que este presente que nos corresponde a los caídos; va aunado al bien que no procuramos cuidadosamente en cada desgana. Además son muy pocos los actores sociales de esta generación en procura de alguna transformación moral. No hay casi estímulo por hacer de cada ciudad y de cada pueblo soñador; un lugar mejor, idear por fin, un sitio más igualitario en sus muchos sentimientos de convivencia. Ahora estamos simplemente revestidos en confundibles costumbres culturales; ellas, sensibles entre su lindura, persistentes para cada patria saturada de desamor, queriendo ser las ausencias del descaro, para todo este espacio reminiscente en muchas muertes desbocadas. Es por tanto saber un poco más sobre José Saramago. Ver esta vida como una vida más de las muchas que debemos andar fuertemente. Sabernos perdidos entre las tantos umbrales que hay de recuperar asombrosamente; junto con las varias formas por saber vivir un mejor mañana. Todo esto dispuesto para cada ser inmortal. Hacernos más humildes para una noche de lluvias torrenciales. Luego hacernos famosos para otra noche violeta; dispuesta en los ideales, hacia donde hay que ir aprendiendo lógicamente de las experiencias propias y de la de los otros semejantes. Descubrir los casos sobre cada drama propio. Entender asimismo las pruebas que siguen más adelante. Tomar quizá ese cuerpo de algún invidente en uno si no corresponde hacerlo. Aquí entonces saber soportar esta prueba de sufrimiento; tras una verdadera fuerza espiritual, andar con cuidado hasta el final de las horas perturbadoras. Hacerlo siempre por ese propósito de mejorarnos con cada siglo transcurrido en la eternidad del cosmos. Y sin embargo, tras de toda la indiferencia, hay constantes ambiciones al poder monetario en las muchas mentes atrasadas. Son muchas mentes, sin verdadera sabiduría, para sus recuerdos enceguecidos. Hay después de tantos años de ciencia; muchas concepciones retrógradas, sobre la profunda función del hombre en la tierra. Muchos piensan en cosas nihilistas y demás ideas atrasadas sobre la nada del ser en su profusa esencialidad. Eso lo vemos claramente en los escritos de Friedrich Nietzsche y Jean Paul Sartre. Estas ideas de Sartre terminan siendo las de un pensador existencialista; algo incrédulo, ante la creación infinita. Ambos filósofos pues indiferentes de la vida que sigue después de la vida. Otros hombres pues pensando que la vida es sólo una y listo el fin. Ya dizque se acabó el resto del mundo. Los astrónomos por otro lado; gritando que somos una sola casualidad en la creación incomprendida de los seres pensantes. Aparentemente sólo polvo en el viento. Tales ideas dadas obviamente por más y más pensadores de corto vuelo profundo.
Ya para hablar sobre la nada; bueno será entender, que este pensamiento es lógicamente; algo bien errado, porque la nada no existe, ni se puede tocar, ni entender desde su profusa equivocación. Es algo inventado por nosotros por no decir más. Todo para mí a su razón; está girando; todo está andando incansablemente, entre la vida y la naturaleza. Entendemos la quietud simplemente como algo estático; hay sin embargo algún movimiento imperceptible para los sentidos limitados de los eslabones perdidos. Además cuando yo digo nada; ya estoy dando por entendido algún concepto, ya estoy diciendo algo más sobre la nada, por lo tanto ya existe, desde su misma nada, para su pobre explicación de negar la nada propiamente.
Hay en lo absoluto muchas cosas que van más allá de cada compresión sensitiva. Superan el supuesto aturdimiento esencial. Estarían las nociones sobre los sentimientos fantásticos. Apariciones espirituales que se encargan de romper las teorías; antes impuestas en la historia del hombre; desde su chistoso trastrocamiento errado. Están nuestros sueños a tras luz. Allí están las realidades y visiones fantasmagóricas. Ellas tratan de confundirse vertiginosamente; durante los muchos espacios presenciales, todas esas ideas, son algunas verdades para esta noche perdida.
Ya sobre las razones del exuberante desconocimiento; vemos resueltamente al hombre esclavizado desde su misma ambición. La mayoría están inmersos en su propia materia donde quiere más de lo sobrante; para su corta existencia culpable. Siempre trata de repetir y repetir los recuerdos de sus otros días pasados. Lo hace porque aún está girando bajo sus propios paradigmas mentales del ayer. Todas sus malas ideas van siendo casi siempre encubiertas con las acciones odiosas; encausadas otra vez, hacia los dolores que les aquejan desde su terquedad. No pensar casi en los otros hermanos semejantes. Sólo un yo persistiendo en la conciencia. Sólo una nada existente para los desamparados en letras y amor. Es tanto así que vemos, aquí nomás, desde los recuerdos colombianos, una guerra sinfín en estos muchachos umbríos. Una batalla predominante. Una locura ideada desde siempre. Predominio del estado gobernante; dedicado, otra vez, hacia la muchedumbre del pueblo. Esto podemos verlo profusamente en los cuatros años de Alfonso López desde el pasado. En su mandato resurgen los estados odiosamente ocultos. Vistos revestidos en sus muchas formas autoritarias. Y nada de nada para esta gente oprimida. Resulta entonces; desde allí, un país vergonzosamente desangrado, entre sus pequeños pantanos y demás laderas selváticas.
Se pierde además en este punto; algún sentimiento por hacer otra nación, algo más digna, algo más linda, sobre lo que aún no es por su injusticia absoluta. Se olvida ahora esa responsabilidad adquirida; para con los ciudadanos de toda la hermandad, cuando se decide tomar un cargo de corbata y con traje de lujo. La corrupción paseándose ya libremente como cualquier princesa engalanada; desde que hay presidentes burócratas en este país difuminado. Un país borrado con las manos sucias del deshonor moralista. Además hoy en día son colocados muchos políticos a semejanza de títeres en un odioso circo; ellos manejados luego; por los dueños del dinero claramente. Así que ellos resultan como pobres personajes de novelas baratas; donde aparece un gran trasfondo al final del teatro. Sucede cuando la realidad termina siendo manejada por estos empresarios de mayor riqueza monetaria. Este artificio es aún presenciado durante nuestra época moderna; igualmente se supo en otra época, algo lejana, entendida como la inacabada noche de violencia, cuyo trámite cegador, cuyo tiempo demacrado, fue bien sabido entre muchas pesadillas descaradas. Así se dio durante los últimos años cuarenta y principios de los años cincuenta. La deshonora entrevista como una evidencia de mucha lógica clásica. Aquí resulta por desde luego esa puerca soberanía de Laureano Gómez en su propio desarraigo social. Sólo muerte en las esquinas de la noche roja. Sólo sangre en las laderas andinas. Gritos de furia en las bocas moreteadas. Se dice además que por aquí, por estas locuras de la historia, hubo otra guerra que no fue muy execrable para los pueblos liberales, sin embargo y pese a lo demás, no fue así para cada realidad dolida en su presumida desgracia. En abril del cuarenta y ocho estalla justamente una revolución necesaria. Es la revolución del Bogotazo. Es una revolución más bien digna, más bien delirante, cuyo propósito esperó apagar así, tanta desdicha social en las urbes habitadas del desorden conservador. Allí resurgen a su razón; muchas mentes ansiosas por forjar una mejor noche; bien luminosa, entre antorchas llameantes y muchas luces chispeantes; bañadas en compañía de gritos, para una querida libertad. Romper otra vez las cadenas de la opresión. Romper asimismo con la anarquía del desorden en todos los lugares capitalistas, luego, idear así, otro alivio en todas las razas, aún presentes en los escondites de este cementerio, aún indecible, aún espantoso y poseído en sombras. La enfermedad de la ignorancia. La falta de tinta y papel en las casonas de las familias. La ausencia de escritores en la antigüedad. Una falta de historia para el mundo. Esas son las verdaderas sombras que nos rodean realmente.
Desde luego, muchos años antes de la guerra violenta, justo en frente del paraíso de sierras cafeteras; había cualquier variedad de campesinos, residiendo en su paz relativa. Ellos andando tranquilamente por entre los senderos de las indias vírgenes. La gente se trataba allí más queridamente. Había mucha más confianza entre esos compadres de fincas aledañas. Todos nuestros abuelos y bisabuelos eran más sociables con los demás amigos. Ahora todo es al revés tristemente. La gente ya no se quiere. La delincuencia se siente otra vez en las ciudades. Las noticias del día cada vez más horribles que ayer. Más hambre en este mundo desconsolado. Más enfermos mentales en los sanatorios por la ausencia de educación en el país. Ya nadie quiere leerse un buen libro junto al mar. Ya casi nadie estudia una buena obra literaria. Da lástima ver esta indiferencia por las letras. La cultura escasea en muchas partes de mi Colombia adorada. Eso hasta la muerte pide limosna en los puentes de cada pueblo hundido.
Menos mal, pese a tantas almas muertas; hay algunas cosas buenas en esta historia del café y el narcotráfico. Podemos rescatar del desagrado a los escritores del sin espacio. Ellos consiguieron hacer ficciones reales para este país agrietado; revivieron la memoria de nuestros ancestros. En su mayoría trataron de hacerse hombres más bien dignos y elegantes en compañía de sus palabras morosas. No iban con las ambiciones sino con la sensibilidad por regar consuelo en los desahuciados. Fueron grandes desde sus pequeñas obras. Tomas Carrasquilla fue uno de ellos. Su prosa algo alternada y algo lindura en su mutismo de cielos queridos. La bondad desparramándose en sus cuentos amorosos y dicientes. Toda una belleza de mares azules en su pluma refinada. Hay además ese recuerdo suyo en la Marquesa de Yolombó. Una primera novela de luz estelar para esta noche precavida y coqueta. La colonia del ayer revestida en su gracia tradicional. Un escritor de otros ayeres lejanos; tratando de pintar un imaginario para sus largos amigos en letras. Esas creencias de cada quien desbordadas con las creaciones del buen cuentista y novelista. Una Antioquia en otros visos providenciales dada para su misma tierra. Estaba ya en su tenue forma de amar; una clarificada invención literaria, para su antigua estancia de pájaros pintos. La iglesia descubierta allí en sus muchas presencias sugestivas para su gente del campo.
Ahora estará en este mismo vaivén acrisolado; Germán Espinosa. Fue otro de los grandes para cada creación de su memoria. Espinosa vino a Cartagena para hacerse un verdadero escritor. Su poesía como ninguna otra en esta época del hoy. Eso sabía tan grande como un Julio Flórez en su grata belleza al lirismo encantado. Los romances de idilio unidos a su alma. La elevación de sus versos muy bien develados en cada poema suyo. Luego surgirá de su propio poder creativo; la novela más ingeniosa de toda su obra novelística. Es la tejedora de coronas. Ella está descrita en un siglo pasado del dieciocho. Juegan aquí la fantasía y la crónica del espacio. Los personajes principales se pierden además en una inmensidad para esa misma historia. Un viejo mundo y un nuevo mundo; encubiertos en una sola ficción narrativa. La guerra vista como un tratamiento necesario para sus ideas fantasmales. Al final, pues el arte y la poesía, conseguirán su armonía espiritual muy lindamente ansiada. Este motivo, tendrá que ser el último de los primeros propósitos; donde se empiece por hacer bondad, para sacar a los pueblos ignorantes de sabiduría. Es en lo más profundo del sentimiento humano; hacer la luz del bien, hacer la pureza, sobre la oscuridad del desconocimiento mental.

Rusvelt...

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